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24/03/2009
El nuevo presidente norteamericano debe intentar el cambio pac?co de la isla hacia una democracia estable, con respeto a los derechos humanos y que pueda ser razonablemente pr?ra en el futuro Washington debe plantearse siempre una pregunta: ¿impulsa a los cubanos hacia la democracia y hacia la apertura econ?a o contribuye a consolidar en el poder a una oligarqu?autoritaria que se reparte abusivamente las rentas del pa? Qu?onflicto cubano le deparar?l destino al presidente Barack Obama? Alguno habr?Sin duda, ser?na etapa de riesgos y de oportunidades. Probablemente, durante su mandato morir?idel Castro y se abrir?n momento propicio para contribuir a enterrar la dictadura cubana y a tratar de impulsar una transici?ac?ca hacia la libertad, como la que vivieron los pa?s de Europa del Este tras el derribo del Muro de Berl? con el objeto de que en Cuba se entronice una democracia pac?ca y pr?ra con la cual tener buenas relaciones. Para eso, Obama y su secretaria de Estado, Hillary Clinton, van a necesitar suerte, sentido com?flexibilidad y car?er. Obama, pues, tampoco debe hacerse ilusiones con relaci? Cuba. Diez presidentes antes que ?han tenido conflictos con el r?men de los hermanos Castro. Sin embargo, es probable que durante sus primeros cuatro a?de mandato las cosas comiencen a modificarse dentro de la isla. El punto de partida de esos cambios pudiera ser la muerte de Fidel Castro. Se sabe que la mayor parte de la estructura de poder quisiera una reforma profunda, pero el viejo comandante, tercamente estalinista, lo impide. Esta observaci?s importante: mientras Fidel Castro viva, cualquier concesi?ignificativa que el Gobierno de Obama le haga a La Habana es contraproducente. Ser?nterpretada como Fidel Castro tiene raz? no hay que hacer ning?ambio sustancial a nuestro modelo totalitario. Sin embargo, en el momento en que desaparezca Washington debe hacer un gesto de buena voluntad, incluso a Ra?astro, como una se?de aliento a las fuerzas reformistas, con el mensaje expl?to de que Estados Unidos est?ispuesto a ayudar generosamente a los cubanos para transformar el pa?en una democracia pac?ca y razonablemente pr?ra. Para el Gobierno de Obama ? debe ser el objetivo: el cambio pac?co de Cuba en una democracia estable, con libertades y respeto por los derechos humanos, dotada de un aparato productivo que les permita a los cubanos vivir en su pa?sin tener que emigrar ilegalmente a Estados Unidos. Una naci?emejante a Costa Rica, con buenas relaciones con sus vecinos y con Estados Unidos, que, lejos de expulsar a su poblaci?or falta de oportunidades, sea capaz de absorber a los millares de exiliados que regresar? a Cuba si las condiciones de vida fueran aceptables. Ese objetivo conduce a descartar cualquier tentaci?e pactar en Cuba con una tiran?como la china o la vietnamita, con una cleptocracia como la rusa, o con una dictadura militar. Durante casi todo el siglo XX Estados Unidos jug? carta de nuestro hijo de p…, y le dio un p?mo resultado. Washington qued?talmente desacreditado por predicar la democracia y proteger las dictaduras. Tras Somoza, vinieron los sandinistas. Despu?de Batista lleg? comunismo a Cuba. No tiene sentido revivir esa estrategia otra vez. ¿Qu?uede hacer Obama para estimular los cambios? Hay varias medidas: reducir gradualmente las sanciones econ?as si la dictadura excarcela presos pol?cos o alivia la presi?obre los disidentes; elevar el rango de la representaci?iplom?ca a la categor?de embajada; facilitar intercambios deportivos y acad?cos. Pero ante cualquier iniciativa, Washington debe plantearse siempre una pregunta: ¿impulsa a los cubanos hacia la democracia y hacia la apertura econ?a o contribuye a consolidar en el poder a una oligarqu?autoritaria que se reparte abusivamente las rentas del pa? Si es lo segundo, no vale la pena intentarlo. Poco antes de su discurso del primero de enero, profundamente antiamericano, Ra?astro, entonces en Brasil, insisti?blicamente en su deseo de hablar con el presidente Obama. ¿Por qu?¿Qu?e propone? Tiene tres objetivos en la manga: acceder a cr?tos blandos para importar productos americanos, pese a la bien ganada fama de insolvente que padece el Gobierno; atraer a cientos de miles de turistas estadounidenses, y la excarcelaci?e cinco de los catorce esp? cubanos capturados en 1999 por el FBI -nueve de ellos se declararon culpables, pactaron con jueces y fiscales, recibieron condenas muy leves y ya est?discretamente integrados en el mundo americano-. Con los dos primeros objetivos alcanzados, Ra?astro liquidar?pr?icamente lo que queda del embargo. Con el tercero, contentar?a Fidel Castro, quien est?mpecinado en no morirse hasta que no regresen a Cuba sus agentes m?duros. Naturalmente, pese al clamor general en demanda de cambios pol?cos profundos, ni Fidel ni Ra?iensan abrir los m?enes de participaci?e la sociedad cubana. Por eso es tan acertada la cr?ca de Pablo Milan? que recientemente declar?e no conf?en ning?irigente cubano que tenga m?de 75 a?. Los Castro creen que todo lo tienen atado y bien atado. S?que eso casi nunca es cierto. Europa Sur Espa?Infosearch: Jos?. S?hez Analista Director Dept. de Investigaciones La Nueva Cuba Marzo 22, 2009 Fonte: La Nueva Cuba

José Maria e Silva

24/03/2009
“A revolu? ?i?a, ?riadora de vida, ainda que, para cri?a, seja obrigada a deter vidas que pro?m a vida.” Paulo Freire, em Pedagogia do Oprimido, defendendo os fuzilamentos sum?os comandados por Che Guevara e Fidel Castro Com quantas vidas se faz uma ditadura? Na bel?ima novela de John Boyne, O Menino do Pijama Listrado, essa pergunta ?espondida pelo espanto de Bruno, um menino de nove anos.. Sempre que ele se surpreende com o mundo do F? ?ua volta, seus olhos se arregalam, sua boca faz o formato de um O e seus bra? caem ao longo do corpo. A obra, uma elegia ?noc?ia da vida que n?sabe da morte, deveria ser lida — e meditada — pelos 3.949 intelectuais que, at?gora, assinaram um manifesto contra a Folha de S. Paulo, repudiando o editorial “Limites a Ch?z”, publicado em 17 de fevereiro ?mo, no qual a ditadura militar brasileira ?ndiretamente chamada de “ditabranda”. O Menino do Pijama Listrado (o livro, n?vi o filme) demonstra, metaforicamente, a abissal diferen?entre um regime autorit?o (circunscrito ?sfera pol?ca) e um regime totalit?o (que permeia todas as inst?ias sociais). As primeiras rea?s ao editorial da Folha partiram da soci?a Maria Vict? Benevides, professora da Faculdade de Educa? da USP, e do advogado F?o Konder Comparato, professor aposentado pela mesma institui?. Esquecendo-se que a universidade que representam arrasta at?oje um cad?r insepulto (o do estudante de medicina morto num trote em 1999), Benevides e Comparato encenaram uma indigna? que jamais sentiram diante das quase 100 mil mortes perpetradas pela Trindade Cubana (Fidel, Guevara e Ra?astro) — 17 mil na boca dos fuzis, em execu?s sum?as, e 80 mil nos dentes dos tubar? em fuga para os Estados Unidos. Como a Folha de S. Paulo chamou a aten? para essa d? moral de Benevides e Comparato, lembrando que eles jamais protestaram contra a ditadura cubana, os dois intoc?is uspianos se sentiram feridos e, em resposta, fizeram o que os intelectuais de esquerda mais sabem fazer quando s?pegos sem argumentos — conclamaram o rebanho para um manifesto. O inef?l Antonio Candido, decano dos intelectuais de esquerda, encabe?o rep? ?olha, que tamb?conta com figuras como o indefect?l Emir Sader, intelectual que, diante de Che Guevara, cai de joelhos por terra, parafraseando a missa: “Guevara, eu n?sou digno de que entreis em minha morada, mas dizei uma s?lavra e serei salvo”. Quem duvida que Emir Sader ?apaz dessa ora? diante do guerrilheiro argentino, leia o que ele escreveu num artigo publicado em Carta Maior: “N?vou gastar palavras in?s para falar do Che. Basta reproduzir algumas das suas frases, que selecionei para o livro Sem Perder a Ternura”. Tamb?diante de Marx e Fidel, Sader emudece: “O que falar de Marx que permane??ua altura? O que escrever sobre Fidel?” Se o ensino superior no Brasil, p?co e privado, n?fosse mero aparelho ideol?o da esquerda, Emir Sader jamais teria virado doutor em ci?ia pol?ca pela USP e professor titular da Universidade Federal do Rio de Janeiro, al?de orientador de teses e disserta?s. Sem d?a, estaria at?oje tentando passar no vestibular e sendo reprovado sempre, por n?ter argumentos para retratar personagens da hist?. Que universidade isenta aceitaria um aluno que, ao ouvir falar de Marx, Guevara e Fidel, n?fosse capaz de articular uma s?lavra e se comportasse feito os silv?las do Anhang?, embriagado pelo ?ool incandescente da revolu?? J?maginaram se um intelectual de “direita” dissesse n?ter palavras diante de Karl Popper? Seria acusado de ignorante e charlat? Emir Sader ?m paradigma da universidade brasileira. Ele ? prova cabal de que, por tr?da cantilena de “produ? do conhecimento”, o que h?os mestrados e doutorados do pa??ma usina de produ? de marxismo e derivados. Estou plenamente convicto de que a universidade brasileira n??olu? para nada — ela ?arte essencial do problema. As principais mazelas do Brasil s?fomentadas artificialmente pela universidade, que, desde a d?da de 50, na ?ia de criar um novo mundo, especializou-se em destruir o existente. Isso fica muito claro quando se estuda a origem social dos guerrilheiros que pegaram em armas contra o regime militar. Eles vieram, em sua maioria, das universidades. N?tinham o menor apoio popular. Como ?ue o povo podia apoiar um bando de tresloucados que, de arma em punho, pregavam a derrubada de uma ditadura imagin?a? Porque at? final de 1968, com a edi? do AI-5, s?via ditadura na imagina? dos universit?os. Foi exatamente durante os propalados “Anos de Chumbo” que o Brasil viveu uma das maiores efervesc?ias culturais de sua hist?, com os festivais, a imprensa alternativa, a Tropic?a, o Cinema Novo, Chico e Vandr?Caetano e Gil. Ao contr?o de Cuba, onde Chico Buarque seria fuzilado ou condenado a 20 anos de pris?se falasse mal de Fidel Castro, no Brasil, o m?mo que lhe aconteceu foi ser admoestado pelos militares, o que lhe garante at?oje uma conta banc?a maior do que seu indiscut?l talento. Num ambiente assim, existe alguma raz?plaus?l para se pegar em arma ou at?ara se perpetrarem atentados terroristas, como fizeram muitos grupos guerrilheiros? Obviamente, n? Em toda guerra, os primeiros sacrificados s?os inocentes, portanto, a op? pela luta armada para derrubar um regime s? justifica quando esse regime ?anguin?o e opressivo, incidindo sobre toda a vida social e n?apenas sobre a esfera pol?ca. Era o que acontecia na terra do Menino do Pijama Listrado, da? Levante do Beco de Vars?, em 1943, quando judeus desesperados — n?tendo sen?uma morte horrenda como alternativa — preferiram abreviar a vida numa luta suicida contra as tropas nazistas. Mas esse n?era o caso do Brasil dos militares. Aqui, os guerrilheiros eram homens e mulheres bem nascidos que, por puro esp?to de aventura, jogavam fora o futuro como m?cos, engenheiros e advogados e se arvoravam a libertadores da p?ia, sem notar que a maioria esmagadora da popula? — provavelmente mais de 90 por cento — n?se sentia oprimida nem pedia para ser libertada. Pelo contr?o, o regime instalado em 1964 teve forte apoio popular e quando come? a ser repudiado nas urnas, em 1974, com a expressiva vit? do velho MDB, esse rep? era mais de car?r econ?o que pol?co. A infla? estava recome?do e os pobres votaram contra a “carestia”, que ?omo chamavam a infla? na ?ca. J?screvi repetidas vezes, mas a ocasi?me obriga a escrever de novo: quem acha que no Brasil houve uma ditadura sanguin?a, totalit?a, nos moldes nazistas (?ssa a vis?que se tem dos militares nas escolas) deve ler Pedagogia do Oprimido, o panfleto de auto-ajuda marxista do pedagogo Paulo Freire. Esse livro — que faz uma defesa expl?ta da luta armada e santifica Che Guevara, Fidel Castro e Mao Ts?ung — foi publicado em pleno ano de 1970, no Rio de Janeiro, pela Editora Paz e Terra, ligada aos padres da Teologia da Liberta?. Em 1981, Pedagogia do Oprimido j?stava na 10ª edi?. Um verdadeiro best-seller, levando em conta que n??m livro comercial e o Brasil tinha muito menos estudantes universit?os do que tem hoje. Ora, se o regime militar foi o per?o “mais sombrio da nossa hist?”, como dizem os intelectuais de esquerda, como se explica o sucesso editorial de uma obra que o combatia? Em Havana seria poss?l publicar um livro do g?ro contra Fidel Castro, o santo fardado de Buarques e S?res? Mas nem ?reciso recorrer ?itadura cubana para demonstrar que os intelectuais brasileiros mentem descaradamente quando dizem que o regime militar de 64 foi uma ditadura sanguin?a. A pr?a hist? recente do Brasil — contada mentirosamente por eles — mostra a contradi? em que incorrem. ?s?mparar a “Revolu? de 30” com a “Ditadura Militar” (ponho as express?entre aspas para remeter ao modo como os dois per?os costumam ser chamados nos livros de hist?). Qual a diferen?entre os dois per?os? A rigor, nenhuma. Salvo o fato de que Get? Vargas era um ditador civil, obviamente apoiado por militares, porque toda ditadura precisa de armas.. Sob o ponto de vista da repress? Vargas foi muito pior do que os militares. O seu per?o, sim, foi literalmente “anos de chumbo”. Enquanto os militares procuraram preservar as institui?s, garantindo elei?s legislativas e a independ?ia do Judici?o, Vargas centralizou todos os poderes em suas m?, destituindo governadores e nomeando interventores em seu lugar. S?Paulo se rebelou, na chamada Revolu? Constitucionalista de 32, e Vargas bombardeou o Estado — o epis? mais sangrento da hist? brasileira no s?lo passado, apesar de ofuscado pela prefer?ia dos intelectuais pela Guerrilha do Araguaia. Todavia, mesmo quem n?pegava em armas, n?ficava ileso. O escritor Graciliano Ramos, individualista nato, incapaz de arregimentar qualquer movimento pol?co, acabou sendo preso durante quase um ano, num pres?o comum, sem julgamento. Seu ?o crime: escrever o romance S?Bernardo, entre outros escritos tidos como comunistas. Bem que merecia, mas n?teve indeniza? alguma pelo arb?io de que foi v?ma. Ao contr?o dos fanfarr?que pegaram em armas contra os militares, o Velho Gra?tinha vergonha na cara. Se a sanguin?a ditadura de Get? Vargas merece, nos livros de hist?, o ep?to de “Revolu? de 30” (justificadamente, por sinal), por que os governos militares n?podem ser chamados de “Revolu? de 64”, levando em conta que tamb?mudaram a face do Brasil? Vargas j?ra ditador desde o in?o de seu governo, antes mesmo da implanta? do Estado Novo, em 1937, quando a tresloucada Intentona Comunista de 35 levou ao recrudescimento do regime. J?s militares s?ram verdadeiramente ditadores a partir de 12 (13) de dezembro de 1968, quando editaram o AI-5, obrigados pelos atos de terror da esquerda armada, treinada e financiada por Fidel Castro e aben?da por intelectuais como Paulo Freire. Mesmo assim, foi uma ditadura cir?ca, circunscrita aos inimigos declarados do regime. Tanto que n?chegou a matar nem 500 pessoas, como reconhecem os pr?os autores de esquerda nos balan? que fizeram do per?o. As v?mas inocentes, em sua maioria, tombaram por terem sido usadas como escudo pelos advers?os do regime. Um dos argumentos de Maria Victoria Benevides para criticar o editorial da Folha ?ue n?se mede ditadura com estat?icas: “Quando se trata de viola? de direitos humanos, a medida ?ma s? dignidade de cada um e de todos, sem comparar ‘import?ias’ e estat?icas”. Em artigo publicado, na ter?feira, 24, o jornalista Fernando de Barros e Silva, editor de Brasil da Folha, corrobora a tese da soci?a: “Algumas matam mais, outras menos, mas toda ditadura ?gualmente repugnante. Devemos agora contar cad?res para medir n?is de afabilidade ou criar algum ranking entre regimes b?aros?” Claro que devemos — respondo eu. Todo crime s? iguala em repugn?ia para aquele que ?ua v?ma, mas para quem o analisa de fora, especialmente se esse algu?for um historiador, h?ma enorme diferen?entre matar 100 pessoas ou matar 100 mil. Se Hitler tivesse matado apenas uma centena de judeus, o nazismo seria a encarna? do mal no imagin?o do mundo contempor?o? S?o v?ue ditadura tamb?se mede com estat?icas aqueles que t?medo dos n?os. Ao ver que nenhuma ditadura capitalista at?oje conseguiu igualar os mais de 100 milh?de mortos do comunismo no mundo, a esquerda inventou esse argumento falacioso de que uma s?rte perpetrada por uma ditadura diminui toda a humanidade, como se o homem-massa da revolu? marxista tivesse lugar na poesia metaf?ca de John Donne. Justamente a esquerda, que n?faz conta do individuo de carne e osso, s? massa de manobra da revolu?. O regime militar n?apenas matou muito menos gente do que outros regimes autorit?os — tamb?foi capaz de criar um modelo de ditadura que deveria ser exportado. Toda ditadura costuma ser encarnada por um homem s?ue se torna escravo do poder que concentra, perdendo inclusive os freios morais. Da? profus?de ditadores s?cos, pessoalmente sedentos de sangue humano. No Brasil isso n?ocorreu. Os militares criaram uma esp?e de ditadura institucional, em que o poder n?era encarnado por nenhum homem, mas pela institui? — as For? Armadas. Nem o principio federativo foi quebrado num primeiro momento, como ocorreu de imediato com a ditadura de Get? Vargas. Antes do recrudescimento da luta armada, ainda houve elei? para governadores e, mesmo depois que elas foram suspensas, o legislativo continuou funcionando. Essa quase normalidade institucional propiciou at? surgimento e fortalecimento de uma oposi? que jamais houvera em toda a hist? do Brasil — a oposi? institucional, criada e mantida pelas pr?as entranhas do Estado. Boa parte do chamado movimento social — que hoje alimenta o PT e demais partidos de esquerda — come? a ser constru? gra? a esse processo de institucionaliza? do pa?gestado pelos militares. Come?do pelas pr?as universidades federais — cobras a quem os militares deram asas. A Reforma Universit?a feita pelos militares em 1968 profissionalizou o ensino superior no pa? instituindo antigas reivindica?s da pr?a comunidade acad?ca, como dedica? exclusiva de docentes, introdu? de vestibular unificado e implanta? de mestrados e doutorados. Valendo-se dessa estrutura, os intelectuais de esquerda se infiltraram nas universidades e, a partir delas, forjaram em todo o pa?um movimento social de proveta, destinado n?a resolver problemas, mas a foment?os. Um exemplo s?os quase 50 mil homic?os que ocorrem anualmente no pa? Eles decorrem, em grande parte, da irresponsabilidade doentia dos intelectuais brasileiros, que, ?or?de pressionar o Congresso Nacional, levaram ?ompleta lassid?das leis penais, hoje irrevers?l, j?ue a mentalidade pueril da esquerda parece ter contaminado at?s ministros do Supremo. N?? toa que o ministro Gilmar Mendes deixa entrever que, a qualquer momento, pode soltar nas ruas 189 mil dos cerca de 440 mil presos do pa? muitos deles homicidas e estupradores. A?sim, teremos um verdadeiro genoc?o da popula? indefesa, em parte porque a esquerda, com o objetivo de demonizar os militares, transformou o falacioso conceito de direitos humanos num dogma divino. Como se v?a criminaliza? paran? dos militares s?ende a um objetivo — esconder que os intelectuais de esquerda forjaram um pa?muito pior que o deles. Publicado no Jornal Op?, de Goi?a, em 1º de mar?de 2009.

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24/03/2009
Em nota, o deputado federal Aldo Rebelo (PCdoB-SP) criticou a decis?do STF (Supremo Tribunal Federal) de manter a demarca? de terra cont?a da reserva Raposa/Serra do Sol, em Roraima. Por 10 a 1, os ministros do STF mantiveram a demarca? e determinaram a sa? dos n??ios do local. Aldo diz que essa decis?agride interesse nacional e projeta um futuro de sombras e incertezas quanto ?nidade do Estado e da na?. O Supremo abre um precedente para que sejam implantados no Brasil um Estado multinacional e uma na? balcanizada, pois confere a tribos ind?nas que fazem parte do povo brasileiro o esdr?o status de minorias apartadas do todo nacional, com prerrogativas negadas a outros estratos que h?inco s?los amalgamam a forma? social do pa? Ele afirma ainda que o respeito aos direitos dos ind?nas n?pode implicar o esbulho dos n??ios que h?uito tempo fincaram a bandeira do Brasil naquela regi? Eles reivindicavam apenas 5% da ?a reservada aos ?ios. Segundo Aldo, as 19 salvaguardas que o STF estabeleceu para a execu? plena de sua senten?s? paradoxalmente, um atestado de que a decis?tem v?o de origem. Foi como legalizar uma situa? il?ta com a condi? de que n?se repita. Os ?ios beneficiados foram isolados da na?. Os ?ios e n??ios prejudicados podem recorrer ?esist?ia n?violenta na defesa de seus direitos hist?os. E o Congresso Nacional, ?ma inst?ia da soberania popular, tem o dever de reparar este erro calamitoso do Executivo e do Judici?o. http://noticias.bol.uol.com.br/brasil/2009/03/20/ult4728u24853.jhtm

Nahum Sirotsky,

23/03/2009
Segundo a m?a americana, no lado mexicano da fronteira enfrentam-se com ferocidade grupos de traficantes de drogas. ?a passagem ideal para realiza? de seus lucrativos neg?s que fazem com seus iguais do lado oposto. N?passa dia sem batalhas. De acordo com www.globalreach.ca, o que l?contece amea?a seguran?americana. O M?co tem menos de dois milh?de quil?ros quadrados e cerca de 110 milh?de habitantes. Monumentos demonstram que sua popula? tinha uma civiliza? superior ?ela dos invasores espanh?S?inesquec?is como a simpatia de sua popula? de amer?ios.Ou de suas guerras pela conquista da independ?ia. O Partido que subiu ao poder.pelo hero?o dos l?res do levante como Juarez, Zapata, do Partido Revolucion?o Institucional, chegou com a promessa de reformas, justi?salarial, reforma agr?a. D?das depois, ainda no Poder, n?cumprira suas promessas. Em 2000, um primeiro candidato da oposi?, do Partido de A? Nacional, foi eleito em pleito limpo. Em 2006, um segundo panista. As estat?icas revelam um pa?que se transformava at?ue veio a crise. No per?o, a produ? de hero? pura chegou a 18 toneladas ao ano. Agigantou-se a da maconha. ?incalcul?l o uso do M?co como passagem da coca? que vem dos pa?s sul-americanos. Poderosos grupos de traficantes, verdadeiras for? armadas, entraram em guerra pelo dom?o do com?io de produtos cujos maiores consumidores s?os americanos. Como no Brasil, n?se matou a cobra na cova e ela se multiplicou criando poderosas e influentes fortunas e meios de corrup?. O M?co ?ltamente dependente: 1) do pre?do petr? que teve queda radical; 2) dos investimentos americanos que sofreram forte decl?o com a crise; 3) das exporta?s aos EUA que somavam 80% e que declinaram; 4) de remessas de mexicanos que trabalham nos Estados Unidos que diminu?m com o desemprego; 5) de importa?s americanas impulsionadas pelo NAFTA- Acordo Norte-Americano de Livre Com?io – e que minguaram pela queda de recursos; 6) Sabe-se de substancial ajuda militar dos Estados Unidos em apoio ?uerra aos traficantes declarada pelo governo mexicano. Mas sem chegar a impor ordem e respeito dos bandidos as autoridades. Os investimentos e demais interesses estrat?cos americanos no M?co criam pela m?a americana a impress?de grave amea??eguran?nacional. Choques com o crime confundem-se com a exist?ia de grupos pol?cos de voca? guerrilheira, o que significa mais uma tremenda dor de cabe?para Obama.

Claudio Humberto

23/03/2009
Entregar seu telefone celular ?ilha, que viajaria ao exterior, para que ela pudesse se comunicar ?ontade por conta do contribuinte, n?foi a ?a nem muito menos a primeira esperteza do senador Ti?Viana (PT-AC), rec?derrotado na disputa pela presid?ia do Senado. Com pretens?de integrar uma certa bancada da ?ca no Senado, a c?a do PMDB atribui a ele as den?as contra o Casa, mas seu mandato tem feito o Er?o sofrer muito. Ele obrigou o Senado a indenizar-lhe at?esmo das consequ?ias de um acidente dom?ico. Um ferro de passar roupas danificado acabou provocando um pequeno inc?io que prejudicou um arm?o, por isso o senador n?teve d?a: fez o Senado comprar-lhe um m? novinho em folha. Ele desdenha da despesas. Ignorando a quest?de princ?o, como se ladr?de galinha fosse menos ladr?que o de banco, o senador disse que o guarda-roupas n?foi t?caro assim.

Do site

23/03/2009
Faleceu em Florian?is, neste domingo, o ex-deputado e ex-ministro Daniel Agostini Faraco aos 97 anos. Ele deputado pelo Rio Grande do Sul durante 30 anos, e ministro da Ind?ia e Com?io durante o governo Castello Branco e diretor do Banco do Brasil entre 1975 e 1978. Daniel Faraco tamb?se destacou na produ? liter?a, sendo autor de v?as obras sobre economia e pol?ca, como “Elementos de Economia Pol?ca”, “Pre? Sal?os, Crises e a Economia Organizada”, “Parlamento, Vale a Pena? E o Parlamentarismo?”. Seu enterro se realiza neste momento em Florian?is, onde nasceu.

Maria Lucia Victor Barbosa

23/03/2009
O julgamento pelo STF, no dia 19/03, da demarca? da reserva Raposa/Serra do Sol, em Roraima, culminou naquilo que j?e esperava: a continuidade da ?a de 1,7 milh?de hectares ou 12 vezes o tamanho da cidade de S?Paulo. Isso significa que essa parte do territ? nacional, que tem fronteira com a Guiana e a Venezuela, pertence agora a uma “na? ind?na” e nela n?poder?viver ou sequer pisar os chamados “n??ios” (termo politicamente correto), como se todos n?brancos, negros, pardos n?fossemos igualmente brasileiros. Segundo o ministro Carlos Ayres Britto, os arrozeiros devem ser expulsos imediatamente da reserva, como se bandidos fossem. Note-se que os “n??ios” que comp?,5% dos habitantes do local, produzem 70% do arroz de Roraima ou 106 mil toneladas das 11.04 milh?que s?produzidas em todo Brasil. S? justo, o ministro Marco Aur?o de Mello, votou contra a abstrusa demarca?. O ministro Marco Aur?o foi, al?de justo, corajoso, coerente, clarividente, l?o. Mas, s? justo, n?salva o Brasil. Dez ministros proclamaram radiantes a reden? dos verdadeiros donos da terra que, em sua pureza original, apesar de aculturados, s?agora os ?os habitantes da imensa reserva. A eles foi dado o direito de voltar ao atraso primitivo, de se aliar aos que vindo de fora quiserem se estabelecer nas terras de ningu? ou seja, dos 18 mil ?ios, gatos pingados naquele ermo sem defesa. Que venham os companheiros das Farc, os cobi?os estrangeiros, os madereiros, os predadores de todo o tipo que devastam a natureza e levam a riqueza que o pa?estupidamente n?sabe usar. Ningu?vai tomar conhecimento. N?digam os senhores ministros que as 19 condi?s impostas pelo Supremo, arremedos de prote? da reserva, v?funcionar. Desde quando a lei funciona no Brasil? Funciona a velha esperteza, a malandragem que burla as leis que, ali? raramente s?conhecidas, quanto mais cumpridas. No m?mo ainda procedemos como nas col?s espanholas onde se dizia: “La ley se acata, pero no se cumple”. A maioria dos brasileiros n?vai tomar conhecimento da infausta senten?dos dez ministros. A reserva de nome ex?o, encravada no long?uo Estado de Roraima n?faz parte da imagina? do carioca, do baiano, do mineiro, do paulista, do ga?, de todos que em seus Estados n?t?no? de nossa grandeza territorial, de nossas riquezas naturais. T?pouco faz parte dos sentimentos de nosso povo o sentido de p?ia. Ali? nossa vis?se limita ao entorno imediato de cada um e o estrago feito passar?espercebido. Contudo, os senhores ministros, ao abrir o precedente que consagra na pr?ca a “na? ind?na”, escancararam o direito de outras “na?s” reivindicarem a posse de v?as regi?do pa? como ? caso de Mato Grosso, maior produtor de soja, que quem sabe poder?oltar aos tempos pr?olombianos. E n?falo s? outros ?ios ou dos quilombolas. Creio que j??se poder?ou poder? criminalizar as aspira?s separatistas dos que almejam apartar do restante do Brasil os Estados do Rio Grande do Sul, Santa Catarina e Paran?com o objetivo de criar um pa?menor, mais evolu? e mais pr?ro, exata contraposi? ?eserva Raposa Serra do Sol. Mas h?lgo mais tenebroso na senten?dos dez ministros. Perpassa no procedimento um qu?e venezueliza?. A impress?que se tem ?ue o Judici?o verga diante do Poder Executivo, julgando politicamente o que deveria estar submetido ?ei. Afinal, mesmo antes de Antonio Palocci ser julgado pelo Supremo, Lula da Silva o lan? candidato ao governo de S?Paulo, o que indica que o presidente sabe de antem?que nada acontecer?o companheiro acusado de quebrar o sigilo banc?o de um humilde caseiro e de outros crimes ligados ?hamada Rep?ca de Ribeir? E, sintomaticamente, Jos?irceu, que foi chamado pelo Procurador Geral da Rep?ca de “chefe da quadrilha”, foi inocentado. Tem mais: como Lula da Silva concorda com o ministro da Justi?e companheiro, Tarso Genro, que o criminoso Cesare Battisti ?osso, contrariando o pedido de extradi? feito pelo governo italiano, sugere ao STF que perdoe o terrorista e o liberte. Com isso fica Lula livre de dar a palavra final sobre o caso, transferindo seu desgaste internacional ao Supremo. Ser?ais uma vergonha a ser passada pelo Brasil no cen?o externo, como se n?bastasse o caso da vigarista brasileira, Paula Oliveira, presa na Su?, do menino norte-americano cuja guarda est?endo negada ao pai biol?o, de todos os golpistas e criminosos que no exterior enxovalham a imagem dos brasileiros s?os e dignos. Infelizmente, s? justo n?d?onta de nos salvar de n?esmos. Mas, pelo menos consola saber que o ministro Marco Aur?o de Mello existe. * Soci?a.

Wellington Moraes

23/03/2009
O socialismo ?otalit?o n?apenas na pr?ca, mas na teoria: ? teoria do poder sint?co, do poder total, da total escraviza? do homem pelo homem. (Olavo de Carvaho em A verdadeira direita) A imprensa tem noticiado nos ?mos dias os “grandes avan?” do “socialismo do s?lo XXI” na Venezuela. Hugo Ch?z segue fielmente a f?la marxista para a implanta? de um regime totalit?o: a concentra? do poder pol?co e econ?o nas m? do estado. Na Mensagem da Dire? Central ?iga dos Comunistas de 1850, Karl Marx e Engels prescreveram um plano estrat?co de a? e os principais pontos do programa e das t?cas marxistas para a implanta? do “outro mundo poss?l”, o maravilhoso mundo socialista. Embora pouco conhecido e raramente estudada, diz o historiador ingl?Robert Payne (Marx, Londres, 1968, p.239), a Mensagem da Direc? Central ?iga dos Comunistas ?m dos documentos mais importantes e seminais do s?lo XIX, ela agiu como uma bomba com um fus?l atrasado, explodindo s? s?lo XX. Este documento ?como afirmou Marx numa carta a Engels (13 julho, 1851), no fundo nada mais que um plano de guerra contra a democracia. Na recente not?a “Ch?z promulga lei para controlar portos e aeroportos” vemos a doutrina marxista em plena execu?. Num s?lpe Hugo Ch?z atinge dois dos seus principais objetivos: a destrui? da Rep?ca federativa (o poder p?co regional, estadual e municipal jamais poder?star acima do poder p?co nacional) e a centraliza? do poder nas m? do estado (“Hugo Ch?z, promulgou nesta ter?feira a lei que lhe permite assumir o controle dos portos e aeroportos do pa? at?gora administrados pelas autoridades locais”). Passamos a citar a Mensagem de Marx e Engels: “... os democratas ou trabalhar?diretamente para uma Rep?ca federativa ou, pelo menos, se n?puderem evitar uma Rep?ca una e indivis?l, procurar?paralisar o governo central mediante o m?mo poss?l de autonomia e independ?ia para as comunas [munic?os] e prov?ias [estados]. Frente a este plano, os oper?os t?n?s? tentar realizar a Rep?ca alem?na e indivis?l, mas tamb?a mais decidida centraliza?, nela, do poder nas m? do Estado. Eles n?se devem deixar induzir em erro pelo palavreado sobre a liberdade das comunas, o autogoverno, etc.” Os comunistas devem: “Obrigar os democratas a intervir em tantos lados quanto poss?l da organiza? social at?oje existente, a perturbar o curso regular desta, a comprometerem-se a concentrar nas m? do Estado o mais poss?l de for? produtivas, de meios de transporte, de f?icas, de caminhos-de-ferro, etc.” Lula... O sr. presidente da Rep?ca deve estar muito contente com progresso do “socialismo do s?lo XXI” na Venezuela, pois foi gra? a ele, atrav?do Foro de S?Paulo, que Hugo Rafael Ch?z Fr? est?etendo o povo venezuelano... numa fria. Foi assim que n?em janeiro de 2003, propusemos ao nosso companheiro, presidente Ch?z, a cria? do Grupo de Amigos para encontrar uma solu? tranq? que, gra? a Deus, aconteceu na Venezuela. E s?i poss?l gra? a uma a? pol?ca de companheiros. N?era uma a? pol?ca de um Estado com outro Estado, ou de um presidente com outro presidente. Quem est?embrado, o Ch?z participou de um dos foros que fizemos em Havana. E gra? a essa rela? foi poss?l construirmos, com muitas diverg?ias pol?cas, a consolida? do que aconteceu na Venezuela, com o referendo que consagrou o Ch?z como presidente da Venezuela. Foi assim que n?udemos atuar junto a outros pa?s com os nossos companheiros do movimento social, dos partidos daqueles pa?s, do movimento sindical, sempre utilizando a rela? constru? no Foro de S?Paulo para que pud?emos conversar sem que parecesse e sem que as pessoas entendessem qualquer interfer?ia pol?ca. (Discurso do presidente da Rep?ca, Luiz In?o Lula da Silva, no ato pol?co de celebra? aos 15 anos do Foro de S?Paulo S?Paulo-SP, 02 de julho de 2005, dispon?l em: http://www.info.planalto.gov.br/download/discursos/pr812a.doc ). Para uma an?se mais detalhada do discurso do sr. presidente da Rep?ca e do Foro de S?Paulo confiram a publica? Mundo Real do Di?o do Com?io, especialmente o artigo Lula, r?confesso.

Percival Puggina

21/03/2009
Por interesse c?co, com o cora? aos pulos, assisti praticamente todos os votos, inclusive os mais longos, atrav?dos quais nossos ministros do STF decidiram sobre o futuro da reserva Raposa/Serra do Sol. Na medida em que se revelava majorit?a a op? pela demarca? cont?a das terras, o meu interesse c?co foi sendo substitu? por um sentimento de luto que conflitava com a pieguice das manifesta?s. Aquilo era puro romantismo de m?ualidade. Jos?e Alencar fazia muito melhor. E mais barato. Em meio a tal deserto de senso hist?o e v?o de realismo, o voto do ministro Marco Aur?o Melo foi um o?s. Seu longo trabalho, esparramando argumentos sobre a natureza dos fatos e sobre os elementos jur?cos a eles aplic?is, foi t?consistente e extenso quanto in?. Mas o ministro, embora ciente de sua esterilidade, n?titubeou em produzir o imenso arrazoado para desnudar os equ?cos e os lirismos que caracterizaram a maior parte das manifesta?s anteriores. Entre elas, obviamente, a contida no voto do relator, o aveludado filho das Musas sergipanas, ministro Ayres Britto. Assim, com um desalento conformado, presenciei os momentos finais da sess? Pois foi exatamente quando se iam apagar as luzes que um derradeiro epis? reacendeu os holofotes, favorecendo a compreens?do que ocorrera naqueles sucessivos dias de delibera?. Discutia-se a execu? do que fora decidido. Em quanto tempo promover a retirada dos n??ios? (N??ios integravam uma categoria antropol?a muito mal vista por ali). Em quanto tempo? Entreolharam-se os senhores ministros. Aproximaram-se inutilmente do pelourinho de onde podiam arfar seus argumentos os advogados dos n??ios. Queriam prazo. A decis?veio consensual: “a Corte n?d?razos”. Emite determina?s para execu? imediata. Ela, a Corte, n?esquenta a cuca com o que acontece na ponta dos fatos a partir de suas decis? S?mesquinharias que causam enfado ?orte. Vamos para casa tomar um u?ue. L?o norte do pa? cidad? brasileiros recebiam pela tev?viva voz e viva imagem, a not?a da expuls?imediata, emitida entre bocejos pelos senhores da Corte. Ao lixo os t?los de propriedade leg?mos e os longos anos de ?uo trabalho familiar nas terras que a Uni?lhes vendeu. Ao lixo suas lavouras plantadas e seus rebanhos no pasto. Ponham-se na rua, todos, com suas fam?as, moradias, m?inas e bens! A Corte decidiu e a Corte, visivelmente, est?ansada. Isso ?ue ?rabalho duro. Moleza ?lantar arroz no tr?o e discutir antropologia com padres que n?evangelizam os ?ios e que desevangelizam os n??ios. Pois foi exatamente ent?que se acenderam os holofotes para a minha compreens?sobre o que acabava de acontecer. Foi a Corte. Corte ?ssim mesmo. O que ela menos quer ?ontato com a arraia mi?e seus problemas. A decis?do STF sobre a demarca? cont?a da reserva Raposa/Serra do Sol e a retirada imediata dos n??ios ?penas uma outra face do mesmo problema cortes?que, no Senado, concebeu hora-extra nas f?as e criou quase duas centenas de diretorias, e que, na Presid?ia da Rep?ca, duplicou, em dois meses, o valor das despesas sigilosas nos cart?de cr?to corporativo. E comam brioche.