• The Miami Herald
  • 12/02/2009
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HERO?AS ESQUECIDAS DO PRES?IO POL?ICO

PATRICK FARRELL / MIAMI HERALD Georgina Cid y su esposo Orlando Castro en su casa de Miami. Georgina est?ntre las miles de mujeres presas pol?cas del r?men de Castro. NOTA: Georgina (Yoyi) y su eposo, Orlando Castro, son admirados amigos nuestros. A Orlando lo conoc?n la Universidad de La Habana, y trabajamos juntos en Sabat? Orlando particip? el 26 de julio de 1953. El grupo de Fidel Castro atac? cuartel Moncada en Santiago de Cuba. Orlando y otro grupo atacaron el cuartel de Bayamo. Pudo esconderse en el monte, y hacer contactos que le permitieron regresar a La Habana y asilarse en una embajada. Despu?del triunfo de la revoluci?lo recuerdo v?damente, mi esposa y yo lo visitamos, y nos dijo que Fidel iba a ser un tirano. Conspir?lo detuvieron, cumpliendo 20 a?de condena. Cuando sali? la carcel vino a EEUU y se ubic? Miami, donde conocimos a Yoyi, con quien se hab?casado en Cuba. Pas? a? nueve meses y cuatro d? en las c?eles de Fidel Castro, pero a Georgina Cid todav?la atormenta lo que ocurri? 7 de diciembre de 1969. En aquel fr?amanecer de diciembre de 1969, estando presa, la llevaron a una habitaci?n una granja de trabajos forzados en las afueras de La Habana que ten?el nombre orwelliano de Am?ca Libre. Dos interrogadores le dieron, como opci?nica, un ultim?m imposible: denunciar las actividades anticastristas de su grupo o que mataran a su hermano mayor que hab?estado realizando acciones respaldadas por la CIA desde Miami. Georgina ya hab?perdido a su hermano menor, Eladio Jr., durante la dictadura de Fulgencio Batista en el ataque de la polic?a la embajada de Hait?onde el joven hab?buscado asilo en 1956. Y ahora ten?que enfrentarse a estos dos sujetos s?meses despu?de que su padre, Eladio, muriera de un infarto cuando era interrogado por las fuerzas de Castro. ¿Acaso supon? ellos que deb?ayudar al r?men? Les dije: ‘Estoy dispuesta a entregar mi vida por la de mi hermano porque ?es mejor de lo que yo soy, y m?? tambi? dijo, mientras se limpiaba las l?imas en su casa de Miami. ‘‘Pero no puedo hacer eso. Esto es una lucha, y no puedo arriesgar la seguridad de nadie para salvar a mis seres queridos. Francisco Paco Cid --golpeado, demacrado y esquel?co mientras abrazaba por ?ma vez a su hermana presa-- fue ejecutado frente a un pelot?e fusilamiento, dejando a su viuda Ofelia Rodr?ez en la c?el y a un hijo peque? Miles de mujeres como Georgina Cid han tenido que tomar decisiones terribles. Pero mientras los prisioneros pol?cos han capturado el mayor inter? las mujeres, en gran medida, han tenido que mantener en privado sus recuerdos. Cuando fueron puestas en libertad en los a?1970s y 1980s, pasaron a reconstruir sus vidas en el sur de la Florida. Algunas consiguieron t?los acad?cos, otras tuvieron que hacer trabajos dom?icos. Muchas se casaron con antiguos prisioneros pol?cos, los que mejor comprend? su dolor y su orgullo. Ahora, en el crep?lo de su batalla, las antiguas prisioneras pol?cas que quedan - muchas de ellas llamadas plantadas porque rehusaron los programas de reeducaci?arxista - comparten un v?ulo precioso. Sus historias, que raramente se escuchan fuera de los c?ulos de cubanos exiliados, son un testamento a su intrepidez y a su esp?tu de desaf?en una ?ca cuando se esperaba que la mayor?de ellas - cubanas y americanas por igual - fueran dulces amas de casa y no armadas conspiradoras por la democracia. Georgina Cid no hab?cumplido los 25 a?cuando fue sentenciada a 20 a?en 1961 por esconder una pistola para conspirar contra los poderes el estado, contra una revoluci?ue ella hab?abrazado tras la muerte de Eladio hijo. Cuando lleg?Miami en 1979 se hab?convertido, como tantas otras cubanas de su ?ca, en un s?olo de un doloroso orgullo que jam?pudo ser quebrantado por sus brutales carceleros. La mayor?de las presas pol?cas hab? defendido la revoluci?ero se volvieron contra ella cuando Castro dej? hablar de construir una democracia y, en vez de eso, se puso a hacer c?eles. As?ue las mujeres escondieron a j?es conspiradores, prepararon c?les Molotov, trasladaron armas y distribuyeron propaganda anti-castrista. Se robaron las armas de sus padres fidelistas para llevarlas a la clandestinidad, aprendieron a montar estaciones de radio para hablarles a las masas o, como Zolia Aguila, conocida como la Ni?el Escambray, subieron a las monta?de la parte central de Cuba para combatir contra el nuevo ej?ito revolucionario. Hicieron de todo con la esperanza de que el pueblo se alzara contra el dominio comunista de su joven naci?No era f?l hacerlo en un clima de terror alimentado por una TV que, todos los d?, durante horas, mostraba sangrientos fusilamientos. En la c?el, las mujeres eran implacablemente castigadas, lo que s?serv?para unir aquella hermandad extraordinariamente diversa. Campesinas pobres como Olga Rodr?ez Morgan y Aracelis Rodr?ez San Rom?se mezclaban con la antigua aristocracia de la sociedad cubana como la abogada Albertina OFarrill, que hab?sido la esposa de un embajador en los a?de Batista o Polita Grau, la sobrina del antiguo presidente cubano, Ram?rau San Mart? que vivi?ra lamentar su inicial apoyo a Fidel Castro. El testimonio, sacado de contrabando, de un preso pol?co y llevado a la Comisi?nter-Americana de Derechos Humanos de la Organizaci?e Estados Americanos narraba la violencia de un D?de las Madres en 1961: Hab? cientos de nosotras, prisioneras pol?cas, en Guanabacoa, y nos quer? trasladar a Guanajay, donde las condiciones eran insoportables... La c?el qued?mpletamente rodeada por unos 600 hombres y mujeres armadas... Nos atacaron con mangueras de agua, con una presi?ntre 200 y 300 libras... Hab?una presa que ten?seis meses de embarazo y le dirigieron el chorro de agua directamente contra el vientre para hacerla abortar. Muchas de nosotras corrimos para protegerla y cubrirla con nuestros cuerpos. La presi?el agua nos dej?a profunda marca en la piel que nos dur?os dos meses. Desde un punto de vista humanitario, independientemente de c?pens?mos pol?camente y respetando las creencias mutuas, est?mos juntas, recuerda Luisa P?z, una bibliotecaria de Miami, que estuvo entre las mujeres que se pusieron frente a la embarazada Raquel Romero para protegerla de las poderosas mangueras. El bebito sobrevivi?i le tocaban el pelo a una de nosotras, todas sal?os a defenderla. Luisa P?z, Georgina Cid, Olga Rodr?z Morgan y Ana L?ra Rodr?ez est?entre las docenas de mujeres que sobrevivieron aquel violento D?de las Madres tras las rejas, pocas semanas despu?de la frustrada invasi?e Bah?de Cochinos.’ Georgina acababa de regresar a su celda tras una visita de su madre cuando oy?aquellos gritos terribles. Las mujeres empezaron a sacudir la puerta de la celda para romper el cerrojo y sumarse a la pelea. En Diario de una Sobreviviente: 19 a?en una C?el Cubana de Mujeres, Ana L?ra Rodr?ez describe la escena como un caleidoscopio de patadas y pu?zos. ... Gente ca?de ambos bandos... Pero los hombres ten? la ventaja del tama?el n?o y las armas. Cuando estall? mot?en el patio de la c?el de Guanabacoa, Olga Morgan estaba siendo castigada en su celda. Yo estaba en la Galera 5 y hab?estado haciendo un hueco para escapar as?ue cuando vimos tantos milicanos afuera pensamos que hab? descubierto el hueco. Pero no, era una trampa para trasladar algunas mujeres a Guanajay, y golpear a las madres y familias que hab? venido a vernos, dijo Olga, que ahora vive en Ohio con su esposo James Goodwin. Fue un momento importante, dijo. Fue un momento en que empezamos a vernos a nosotras mismas como una sola. Olga Morgan era una guajira - una campesina - que se hab?criado en una regi?abacalera, en una choza con piso de tierra. Como dirigente estudiantil en Santa Clara, se hab?enamorado de William Morgan, el comandante yanqui de las tropas de Fidel Castro. Tras el triunfo de Castro, la pareja fue relegada a administrar una granja de cr?de ranas en Pinar del R? R?damente, William Morgan empez?conspirar contra el giro de Fidel hacia el comunismo. Arrestado en octubre de 1960, fue fusilado cinco meses m?tarde. Para el D?de las Madres de 1961, Olga Morgan hab?dejado a sus dos bebitas con su madre. Ahora era un viuda presa, condenada a 30 a? Guanajay atemorizaba a las mujeres porque hab?sido construida para las peores delincuentes comunes durante la presidencia de Grau San Mart?a fines de los a?40. La represi?astrista hizo que, en c?eles como Guanajay, celdas hechas para una mujer tuvieran que albergar de 6 a 10 mujeres. Entre las presas en Guanajay, estaba Polita Grau, acusada junto con su hermano Ram?e actividades contrarrevolucionarias, incluyendo ayudar a que 14,000 ni?cubanos huyeran a Estados Unidos a trav?del programa Pedro Pan de la Iglesia Cat?a. En el informe de la OEA del 4 de julio de 1962, sobre el traslado de Guanajay a la c?el de Baracoa leemos: Un nuevo sistema de f?ea disciplina se ha impuesto en Guanajay. Los castigos sin causa se han hecho constantes. El mediod?del 4 de julio, llamaron a 25 mujeres por su nombre seguido de la palabra Traslado. El patio se convirti? escena de una batalla campal. Insultos, gritos golpes, maldiciones, el ruido de cabezas rotas, sangre... una joven negra, Juana Drake, fue sacada de su celda, arrastrada y golpeada por milicianos que le gritaban Camina, negra p...! A esta joven la condenaron a tres a?adicionales con las delincuentes comunes porque hab?escrito en la pared, en espa? ingl?y franc? Tenemos el derecho a ser libres.. En total, 65 mujeres fueron trasladadas de Guanajay a Baracoa incluyendo a Mar?Amalia Fern?ez del Cueto y su bebita Amadita, que s?ten?23 d? y que apenas pudo sobrevivir el viaje. Las celdas de Baracoa estaban llenas de piojos y ratas y no hab?atenci??ca, excepto la que pod? brindar presas como Caridad de la Vega e Isabel Rodr?ez, ambas doctoras, a sus compa?s m?j?es. Nos tuvieron all?urante seis meses, dijo Gloria Argud? que ten?20 a?y trabajaba como secretaria en la Universidad de La Habana cuando su padre, un m?co fidelista, administraba el hospital de la universidad. Una d?decidi?evarse algunas de sus armas y se fue para las monta?del Escambray. Fue capturada conspirando contra Castro en septiembre de 1960. Gloria Argud?era la ?a mujer en un grupo de 12 hombres que, en dos carros, trasladaban armas, granadas y equipo de radio. Cinco de ellos fueron mandados al pelot?e fusilamiento tras un juicio revolucionario al que asistieron 2,000 personas. La revista Bohemia los describi?mo antiguos rebeldes revolucionarios corrompidos y dedicados a servir al monstruo imperialista del norte. Hasta el d?de hoy, Gloria no soporta los balcones de los edificios altos. Es la herencia de haber sido colgada del techo de uno de ellos como parte de su interrogatorio. Y eso despu?de haber sido fusilada por un pelot?e soldados, frente a una trinchera, con balas de salva. Nunca lloro en esos momentos, dijo en su apartmento de la Peque?abana. Me pongo m?furiosa. Me vuelvo una fiera. Amigas como Gladys Chinea, que estaba en la c?el con Argud? recuerda c?los guardias le dec? que amiga iba a afrontar el pared? Nosotras o?os, ‘Gloria Argud? ¡pared? dijo Chinea. Todas tembl?mos en aquellas noches. En 1963, despu?de Baracoa, las 65 mujeres y la bebita fueron devueltas a la c?el de Guanajay. Pronto enfrentaron un nuevo m?do revolucionario de tortura: las celdas tapiadas. Nuestra llegada fue terrible, dijo Olga Morgan. Cada vez que bajaba una nos ca? a golpes, as?e llevaban a rastro y a golpes por las escaleras. Varias quedamos seriamente lesionadas. Con el tiempo, algunas de las mujeres fueron despojadas de sus ropas y metidas en celdas recientemente construidas en las que losas de concreto cubr? las ventanas. Ten? puertas de hierro con una ventanilla por donde se pasaba la comida y una jarrita. En la ?ca de calor era un horno. Tocaban la Internacional Comunista constantemente. Aquellas celdas fueron construidas por mentes enfermas, por personas que pensaban que pod? quitarnos nuestros principios, nuestras ideas, nuestra fuerza, dijo Olga. ‘‘Estaban equivocados. El historiador cubano Pedro Corzo es un antiguo preso pol?co cuya organizaci?Instituto de la Memoria Hist?a Cubana contra el Totalitarismo, documenta los abusos del r?men contra los derechos humanos. Corzo considera que el caso de las mujeres fue ‘‘?o en su tiempo, frecuentemente sufriendo m?abusos que muchos de los hombres. Pero ese sufrimiento las hizo m?fuertes. Podian cantar y hace chistes y burlarse de sus carceleros. Y rezar. A Polita Grau, que muri? el sur de la Florida en 2001, le encantaba tocar la guitarra, organizar coros de Navidad y entonar canciones religiosas prohibidas por el r?men ateo. En Nuevo Amanecer, el perverso nombre de un campo de trabajo en la provincia de La Habana, Aracelis Rodr?ez San Rom?recuerda como le gustaba a las muchachas escuchar cuando Polita hablaba de sus a?como Primera Dama durante la presidencia de su t? Araceli, Polita y La Ni?el Escambray estuvieron entre las ?mas plantadas all? fines de los a?70. Aracelis Rodr?ez viene de una gran familia de 11 hermanos, gente de campo que cultivaba arroz, tabaco malanga y ma?en Pinar del R? Con s?sexto grado de estudios, era sumamente lista. Manten?los libros del Frente Uni?ccidental, un grupo anti-castrista que su t?dirig?para interrumpir el comercio saboteando puentes. Ese t? Esteban M?uez Novo, logr?capar a Estados Unidos, fue entrenado por la CIA y regres?Cuba para hacer misiones y sacar algunos de sus sobrinos entre 1961 y 1964. Dos de los hermanos de Aracelis tambi?regresaron el 13 de mayo de 1964. Gilberto muri? combate. Ten?una ametralladora y logr?tar a dos o tres de ellos, dijo Aracelis. Su hermano Arsenio escap?ro estuvo escondido durante casi un cuarto de siglo hasta que pudo huir en una lancha. Cuando supo la noticia de la muerte de su sobrino Gilberto, M?uez Novo, que dirig?el Frente, tom? pistola y se suicid?Ese mismo d? Aracelis, su padre, su t?y otro hermanos fueron capturados. A ella la llevaron a las oficinas del G-2 en Pinar del R? Quer? que identificara el cuerpo de su hermano Gilberto. La llevaron a un cuarto donde hab?un mont?e ropa en el suelo. Estaban llenas de sangre, recuerda, pero no vi el cuerpo. Durante a?no supe si estaba realmente muerto. La historia es tan espantosa. Nadie se lo imagina. Yo no hablo mucho de esto porque me hace da? En 1979, Aracelis Rodr?ez sali? Nuevo Amanecer y vino para Miami, junto con otros 3,000 presos pol?cos liberados. Ten?39 a?y estaba a punto de casarse con otro preso. Ahora viuda, Rodr?ez se hace cargo de su madre de 98 a?y de su t?Ram?an Rom?Novo, de 94, que pas? a?preso. Cincuenta a? Familias diezmadas por pelotones de fusilamiento, asaltos, suicidios, largas c?eles. Mujeres puestas en libertad demasiado viejas para tener hijos. ¿Odio? No. Pero justicia s? Yo soy una de esas personas que no perdona ni olvida, dijo Gladys Ruis?hez, que cumpli? a?de prisi?Su padre y su futuro esposo tambi?fueron presos. Hoy, Gladys ayuda a organizar eventos para reunir a las mujeres, y encontrar formas de ayudar a la oposici?n Cuba, a grupos como las bibliotecas independientes que funcionan en las casas, dirigidas en ocasiones por familiares de los ex-presos pol?cos que quedan en Cuba. Georgina Cid dice: Lo ?o que me felicito de esa prisi?s que tuve la oportunidad de conocer personas de muchos valores morales y espirituales. Que nos ayudamos y nos cuidamos mutuamente y aun ahora lo seguimos haciendo por que era un sufrimiento com?Nos preocup?mos cada una de las otras, y todav?seguimos haci?olo porque compartimos un sufrimiento com? Al volver una p?na del libro de memorias de su difunta madre, que tiene cientos de sus cartas numeradas de prisi?Georgina detecta un amarillo recorte de peri?o sobre la muerte de su hermano. El titular reza: Cuba ser?ibre por al sacrificio de sus hijos. Y de sus hijas.